Pasamos dos tercios de
nuestro tiempo en el trabajo. Es el espacio donde nos realizamos
profesionalmente, medimos nuestras capacidades y tenemos mayor interacción
social. Más que un medio para subsistir, el trabajo es un espacio para “ser”.
Indiscutiblemente constituye una dimensión importante en el crecimiento humano
y es, como dice el dicho, una actividad que dignifica y nos hace sentir
independientes y capaces.
Sin embargo es solo
una faceta de nuestra vida, de manera que resulta indispensable mantener un
equilibrio entre la actividad laboral y la vida familiar y social. Tener
espacio para el ocio, para el cuidado físico, emocional y espiritual también
resulta imprescindible.
En la familia se encuentran todos los pilares emocionales que nos hacen fuertes en los buenos y los malos momentos. La dimensión espiritual, independientemente de las creencias, es aquella en la que se desarrolla conciencia sobre nosotros mismos. La salud mental y la emocional están interconectadas y afectan definitivamente la salud física y todas las demás dimensiones del ser. Toda persona, en mayor o menor medida, necesita sentirse querida, aceptada. No existe un sentido de vida más profundo que el amor por los que tenemos cercanos y que creemos importantes para nuestro bienestar.
En la familia se encuentran todos los pilares emocionales que nos hacen fuertes en los buenos y los malos momentos. La dimensión espiritual, independientemente de las creencias, es aquella en la que se desarrolla conciencia sobre nosotros mismos. La salud mental y la emocional están interconectadas y afectan definitivamente la salud física y todas las demás dimensiones del ser. Toda persona, en mayor o menor medida, necesita sentirse querida, aceptada. No existe un sentido de vida más profundo que el amor por los que tenemos cercanos y que creemos importantes para nuestro bienestar.
El descanso y la risa también son primordiales. Es en el
tiempo de ocio en el que podemos decidir hacer o no hacer, leer nuestras
necesidades más profundas y satisfacer nuestros deseos. Son momentos de
libertad que nos permiten equilibrar todas esas demandas que la vida
cotidiana nos presenta.
Comer bien, descansar,
hacer ejercicio para mantenernos en buena forma, cuidar nuestro peso y prevenir
todo aquello que nos pueda hacer daño, significa querer el cuerpo que
habitamos. Este organismo que se asemeja a un piano y que debe estar
bien afinado para que la melodía que salga de él sea perfecta.
A diferencia de lo que
muchos piensan, para cuidar de todas estas dimensiones no se necesita mucho
tiempo sino “calidad”. Tener toda la atención y conciencia en el tiempo en el
que se está preparando la comida, en esa hora especial que compartimos con
nuestros hijos o con nuestra pareja, en esa caminata que hacemos para bajar
el estrés y mantener
en buen estado nuestro sistema cardiorrespiratorio, pero también para ser más
productivos, para sentirnos satisfechos con el trabajo y con la vida que
llevamos.
Fuente: Revista 5
Sentidos, Sura, edición #93.
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