Las deudas, como las
monedas, tienen dos caras. Una cosa es “caer” en ellas de manera
planeada y responsable, otra hacerlo por el camino de la irresponsabilidad.
Por ejemplo: querías
comprar un apartamento y necesitabas un préstamo. Revisaste tu salario,
tus gastos, el valor de las cuotas que debes pagar y el tiempo que te tardarás
en resolver la deuda total… ¡eso está bien! Te preparaste para asumir
ese compromiso de la mejor forma sin poner en peligro tus finanzas personales.